Hace casi 60 años, el Festival Nacional de Malambo se convirtió en la meta de cientos de miles de bailarines y músicos de todo el país. Alguna vez, el locutor neuquino Lorenzo Lorente, que durante 18 años fue la voz oficial de Laborde, lo bautizó “corazón palpitante del país”. No es una instancia más, es quizá el certamen más federal, el que reúne a representantes de todas las provincias para premiar trabajo e identidad popular, pero también es ritual, poder colectivo, retumbo de bombo legüero. Es ilusión y encuentro profundo con la tradición.
Este año, Neuquén brillo más que siempre sobre el escenario de la pequeña localidad cordobesa y arrasó en las premiaciones. Un reconocimiento necesario, que no solo válida una cultura que sostiene una porción importante de artistas de nuestra provincia, sino el esfuerzo de cada recorrido. Cientos de horas de ensayo; juntar cada peso para comprar los trajes, instrumentos, pagar pasajes; construir un tejido de camaradería tan necesario para salir adelante: la vida puesta al servicio del folklore.


Por los Senderosde Argentina