Comúnmente asociado a la carroña y muchas veces visto con desprecio por su comportamiento oportunista, el carancho cumple una función ecológica esencial en los ambientes donde habita.
Su capacidad para adaptarse a diversas condiciones y su dieta variada lo convierten en un actor clave en la regulación de poblaciones animales y el control de plagas.
Con un plumaje pardo claro, una cresta erguida en la cabeza y un vuelo que lo distingue en el cielo de las zonas frías y ventosas del cono sur, el carancho es mucho más que un ave de rapiña.
Presente desde el sur de Estados Unidos hasta el extremo austral de América, incluyendo regiones de Argentina y Chile, este ejemplar de la familia Falconidae es una de las especies más versátiles del continente.
Según explicó el doctor en ciencias biológicas Ulises Balza al portal Infobae, “los caranchos no representan un peligro para las personas. Solo reaccionan si alguien invade su territorio o se acerca demasiado a sus nidos”.


Por los Senderosde Argentina