Sombrero gestó grandes canciones con su mixtura

El grupo trae su segundo trabajo en el que vuelve a mezclar el folclore americano con el rock, el country, el western y el tex mex.

Segundo disco de este combo que desde el rock se adentra en el folclore, la zamba, la chacarera, pero también el country, el western, el tex mex, el corrido, el bolero, el mariachi, con una visión actualizada, vigente y arriesgada.

En este segundo trabajo, los Sombrero, banda integrada por miembros de los Álamos, Cristos, Furies y Banda de Turistas, unen el folclore de toda América desde una mirada rockera pero no usando a la cordillera de los Andes como vaso comunicador, sino a la aridez de la Puna, de Talampaya, el Valle de la Luna, hasta los Desiertos de Colorado y el Mojave, pasando por la cruda desolación del norte mexicano, cerca de Ciudad Juarez, Tijuana, Naco, Nogales y Nueva Laredo.

El combo esta formado por Diego Petrecolla en guitarra y voz, Guido Colzani en bombo y percusión, Mariano Pedernera en bombo y percusión, Hernán Tonelli en guitarra, bajo, trompeta, bombardino y coros, Leonardo Arancibia Lotti en mandolina y guitarra, David Gutierrez en bajo, armónica, bombo y percusión, Gabriel Sanabria en trompeta y acordeón y Martín Garrido en guitarra y voz.

La primera canción cruza con una alquimia perfecta el western tex mex con el folclore argentino, el trabajo de las cuerdas remite inmediatamente al desierto estadounidense el arreglo de trompeta lo vincula con Mexico pero la percusión bien criolla y los arreglos de voces remiten directamente a una zamba norteña. La canción tiene una épica bien de peña, que recuerda a los Fronterizos, pero mixturados con la atmósfera y los climas que Ennio Morricone le impuso a muchos western spaghetti.

“Consuelo” es un dulce bolero, bien romántico con un interesante punteo de la eléctrica, el aporte de la mandolina y la percusión bien latina y otra vez la banda recurre a los coros para darle más pasión a la canción que recuerda a las melodías de Intocable, el actual rey del tex mex, amigo de Vicentico.

Aunque por momentos la canción recuerda los experimentos de Babasónicos en estos géneros en una logradísima y romántica melodía.

“Tigre del río” es folclore argentino bien guitarrero, una percusión que machaca casi marcial, hasta que la eléctrica empieza a puntear en el estribillo en una canción donde los Sombrero se meten en el Litoral argentino, pero vistiendo a la canción de vestidos estadounidenses, colombianos y mexicanos, porque de la mixtura se consigue la mejor versión.

“Cuchilla redonda” es una chacarera bien criolla, con arreglos tex mex de trompeta y un trabajo de percusión y batería más cercano al rock que la va transformando en un interesante medio tempo. “Lanza en alto” es la mezcla exacta de un folclore argentino y un western con aires que recuerdan a la melodía de “Juana Azurduy”, el clásico escrito por Félix Luna y Ariel Ramírez y popularizado por Mercedes Sosa. Y son la guitarra eléctrica, la mandolina, la armónica y los sones de la trompeta los que le dan la impronta rockera a esta oda a la lucha de los indios contra los huincas dirigidos por Roca.

“Camino muerto” es una chacarera con un inicio bien puro, de raíces argentinas, con algunos intermezzos bien arreglados por punteos de la eléctrica distorsionada.

“Las tardes” tiene cosas del country y la música mexicana con un camino más optimista, arreglos más pegadizos y un buen estribillo adornado por los arreglos de trompeta y de la eléctrica.

“Para silbar” tiene melodía de mariachi, aunque la voz es dulzona como la de un bolero, y la abrigan una acústica y una eléctrica, a la que se suman voces en el coro para darle mayor emotividad con algunos acordes de un acordeón. Esta es una de las canciones más logradas de un disco muy parejo.

El álbum cierra desértico y sombrío con “Aguas verdes”, un arranca con acordeón, eléctrica, para darle paso a un tex mes mortuorio a ritmo de marchita, bien instrumental.