Soy santiagueño, soy chacarera: la danza de una provincia que es sinónimo de festival
Esa conclusión pudo sacarse en buena parte de la octava jornada de Jesús María 2018. Con fuerte presencia santiagueña sobre el escenario, varias decenas de chacareras sonaron a lo largo de la noche y llenaron el ambiente de aplausos repiqueteados y zapateos improvisados. Violines, bandoneones, bombos y el clásico y percusivo rasguido de guitarra criolla aportaron su toque distintivo y culturalmente heterogéneo.
Como si una fuerza superior las despegara de sus asientos, parejas de todas las edades usaron los pasillos de la platea y las gradas de las tribunas para desenfundar sus pasos en medio del clima festivo que se terminó de coronar sobre el final del show de Raly Barrionuevo y la llegada de una nueva edición de La Juntada, en compañía de Peteco Carabajal y el Dúo Coplanacu.
Un pequeño grupo de mujeres había inaugurado la velada bailable durante la actuación de los Copla, pero de a poco varios cuerpos más se fueron sumando. Para el final de la noche, con La Juntada haciendo cantar y emocionar a las más de 10 mil personas presentes, se podía ver hasta a un par de niños demostrando que la chacarera es una tradición que sigue transmitiéndose de boca en boca. Ver esa huella de argentinidad recreada entre teléfonos inteligentes y pantallas de led representó de manera cabal el sentir patrio que hace de Jesús María un encuentro único en su especie.
En paralelo, en el campo de la doma que fue liberado para el momento en el que Barrionuevo subió al escenario, el clima de peña multitudinaria se multiplicó con creces. Entre rondas y vueltas, los que sabían cada movimiento y los que improvisaban sobre la marcha fueron creciendo en número. La noche con más raigambre santiagueña de todo el festival cumplió con lo prometido: chacarera para todos y todas. Y a bailar se ha dicho.
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Fuente: lavoz
Por los Senderosde Argentina