Candela Mazza, que se identifica orgullosamente como "sanavirona" (o salavinona) interpreta chacareras, gatos y vidalas con el sonido nuevo de su voz joven y sus músicos de estos tiempos pero transmitiendo el gusto y el aroma de las músicas de esa zona santiagueña de donde ella viene, con monte y serranías, lindante con la Provincia de Córdoba.
Lo más meritorio de su trabajo es precisamente hacernos sentir a los escuchadores que la cosa no pasa por bochinchear, meter ruido y espamento (como decía la letra de un poema de Julián Centeya) golpear furiosamente parches de jazz y pedir todo el tiempo palmas a los gritos, sino transmitir alegría y reflexiones con las armas que la canción le da a quienes la saben interpretar, como es el caso de Candela.
"Candela Mazza es parte del paisaje espiritual del Santiago profundo. Una cantora que no es producto del conservatorio sino que es hija de eso mismo que hizo cantar a Sixto Palavecino y escribir a Homero Manzi. Candela es hija de la sequía, hija de la cultura de la adversidad, hija de la chacarera montaraz, hija de la vidala existencial, hija de la espera de los changuitos descalzos, hija de los himnos de raza, hija del rezabaile y de las alabanzas de las rezadoras, hija de los templos del Señor de los Milagros de Mailín y de la resistencia espiritual de la Salamanca. Hija de la plegaria quichua y la copla criolla..."
Por los Senderosde Argentina